octubre 08, 2010

Un nuevo escenario electoral

Contrariamente a lo que se viene sosteniendo en los principales medios de comunicación, las elecciones regionales y municipales del 3 de octubre muestran un avance significativo de las fuerzas progresistas, nacionalistas y de izquierda en el país. Si en un primer momento Jaime de Althaus destacaba la victoria de empresarios en las regiones y la derrota de los partidos nacionales, y Fernando Rospigliosi llegaba a negar que en Cuzco hubiera ganado el nacionalismo, en un segundo momento surgió la preocupación, inocultable, de los grupos de poder. El diario El Comercio publicaba este martes una nota que titulaba "Empresarios preocupados por el resultado electoral en regiones" (por supuesto, nunca veremos en este diario una nota sobre la preocupación de los trabajadores o los campesinos). Para los "analistas" de la Confiep, "la lógica no funciona entre los votantes nacionales." Como ésta, ha habido una serie de manifestaciones de los voceros de los poderes fácticos demostrando lo que realmente ha ocurrido: un conjunto de importantes victorias populares.

A primera vista parece que en las regiones han ganado puros movimientos regionales, desvinculados de la política nacional y de los partidos nacionales, pero esto no es exacto. De 25 regiones, al menos 10 han sido ganadas por partidos nacionales o en alianza con éstos. Lo que sí ha ocurrido, sin embargo, en una derrota espectacular de los partidos de la derecha, como el APRA, el PPC y el fujimorismo. Habiendo ganado 12 presidencias regionales en 2002, en estas elecciones el APRA pelea la presidencia de La Libertad en medio de una serie de irregularidades y en Lambayeque intenta quitarle el triunfo en primera vuelta, con las mismas artes, a Humberto Acuña de Alianza por el Progreso. La enorme crisis del APRA se refleja en su votación en regiones como Arequipa (2,8%), Cusco y Puno (2,2%), Loreto (2,1%), entre otros. Peor suerte ha corrido su amigo Yehude Simon, cuyo partido ha sido borrado del mapa político (salvo alguna victoria provincial como Otuzco y unas pocas distritales)

El fujimorismo ha obtenido resultados similares a sus socios apristas en Ancash (3%), Cusco (3%), Arequipa (0,46%) y Piura (3,7% con Sí Cumple), no habiendo participado en todas las regiones. Solo en Ayacucho Rufilio Neyra, vinculado al fujimorismo, ganará la presidencia regional. Acción Popular, sumamente golpeado, ganó la región de Tacna y Somos Perú podría ganar en segunda vuelta las presidencias de Huanuco y de Pasco.

Indudablemente, las fuerzas progresistas, nacionalistas y de izquierda han corrido mejor suerte. En Arequipa ganó en primera vuelta Manuel Guillén, quien participaba en alianza con el nacionalismo, llevando como vice-presidente a Walter Aguirre, un reconocido militante del Partido Nacionalista Peruano. En Cuzco ganó, también superando el 30%, Jorge Acurio, liderando, desde el nacionalismo, la Gran Alianza Nacionalista Cuzco. Vladimir Cerrón, hijo de un dirigente de izquierda asesinado por grupos paramilitares, ganó en Junín con Perú Libre, con el apoyo de fuerzas progresistas locales y del nacionalismo. En Piura arrasó Javier Atkins de Unidos Construyendo, partido frente del que es parte el Movimiento Regional Nacionalista. En San Martin con Cesar Villanueva cercano a Fuerza Social, En Moqueguya la alianza nacionalista, con Zenón Cuevas, obtuvo el segundo lugar con 28%, y en Puno si bien la alianza no obtuvo buenos resultados, en la segunda vuelta hay posibilidades de una victoria progresista de Mauricio Rodríguez, del Movimiento Político Aqui. A estos resultados sumemos la victoria de Gregorio Santos del MNI, quién ganó en Cajamarca, y del Bloque Popular, favorito a ganar en segunda vuelta en Madre de Dios.

El triunfo de Susana Villarán en Lima es seguramente el más significativo, por la población que concentra la capital y sus consecuencias políticas y sociales. No obstante, es preocupante la inacción de la dirigencia de Fuerza Social frente a todas las irregularidades que estamos observando y que impiden un triunfo más holgado y contundente. De un momento a otro hemos pasado de una victoria indiscutible de Villarán a un virtual empate técnico con olor a fraude. Y mientras la población pide movilización y defensa del voto, Villarán pide calma.

Esta victoria (porque lo es, al margen de las observaciones, impugnaciones e intervenciones) es muy positiva para la democracia, para la transparencia en la gestión pública y la superación del conservadurismo instalado en el sentido común de gran parte de los limeños. La capital, largamente de espaldas al resto del país, ha pedido un cambio, ha dicho que no quiere que la derecha se reelija en Lima. Le ha dicho no a Castañeda (cuyo hijo integraba la lista de regidores de Flores), no a la guerra sucia, no a los medios de comunicación fascistoides, no a la corrupción y no impunidad. Ahora, debe haber madurez para administrar la victoria, pues ésta tiene múltiples explicaciones, algunas próximas al azar (como la tacha a Alex Kouri), sin negar los méritos propios de la candidata. Fuerza Social debe tener presente que no logró ningún resultado significativo en ningún distrito de Lima y en ninguna región del país salvo la región de San Martín . Si en las regiones la derecha pretende convencernos de que no han ganado las fuerzas progresistas, en Lima están enrostrándonos las 15 alcaldías distritales ganadas por el PPC y el estrechísimo margen con el que Villarán ganará la alcaldía de Lima. Por ello es necesario ser enfáticos: ¡este 3 de octubre ganaron las fuerzas del cambio!
Bajo la Lupa

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