octubre 04, 2013

CERO POBREZA, CERO DISCRIMINACIÓN

En el marco de la discusión sobre la próxima agenda global de desarrollo, la Agenda Post-2015, un grupo 27 personalidades del ámbito político, social y empresarial de todo el mundo elaboraron un documento en el que se llama a sumar esfuerzos para “erradicar la pobreza extrema de la faz de la tierra para el año 2030”. De forma similar, el Banco Mundial se ha fijado el objetivo de que para 2030, solamente “el 3% de la población mundial se vea obligado por sus circunstancias a vivir con menos de 1,25$ dólares diarios”. Ambos organismos internacionales han dado especial atención a la lucha para erradicar la pobreza dentro de los próximos 15 años.

Mientras tanto en Nueva York, durante el foro permanente para las cuestiones indígenas de Naciones Unidas, líderes indígenas pidieron que la no discriminación sea un eje fundamental en la próxima agenda de desarrollo. Frente a un enfoque económico que parece predominar en el debate Post-2015, la cuestión de la no discriminación ofrece un concepto más ambicioso sin perder la ventaja de concentrar esfuerzos en objetivos claros y mensurables.

Gráfico 1: Proporción de personas que viven con menos de 1.25 dólares al día, (porcentaje)
Fuente: PNUD (2012) Informe 2012 Objetivos de Desarrollo del Milenio
¿Cuántos dólares diarios?
En el año 2000, los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) se propusieron reducir a la mitad el porcentaje de personas viviendo en condiciones de pobreza extrema. Gran parte del éxito de los ODM ha estado precisamente relacionado con los avances en este ámbito. En América Latina y el Caribe, por ejemplo, la proporción de personas que viven con menos de 1.25 dólares al día pasó de 12% en 1990 a 9% en 2005 y 6% en 2008. Desde el año 2002, la disminución ha sido particularmente acelerada, con 58 millones de personas menos viviendo bajo el umbral de pobreza.

Estas cifras son útiles para identificar los avances en el combate a la pobreza. Sin embargo, resultaría difícil argumentar que un mundo en el que nadie vive con menos de 1,25 dólares diarios es un mundo sin pobreza. Distintas iniciativas han querido conceptualizar la lucha contra la pobreza como un problema más allá de los ingresos, como por ejemplo el índice de pobreza multidimensional, en el que se integran otras carencias fundamentales como el acceso al agua potable, al saneamiento o a la electricidad. A su vez, el índice de desarrollo humano toma en cuenta no solamente el ingreso sino también la salud y la educación. Sin embargo, estas medidas no dan cuenta de las causas ni de las características de las personas que viven en condiciones de pobreza. En este sentido, el derecho a la no discriminación es una idea conceptualmente más fuerte que daría a la Agenda post-2015 una herramienta para medir los avances en el combate a la pobreza reflexionando al mismo tiempo sobre las causas de la misma.

Los rostros de la precariedad
Eventualmente los esfuerzos por erradicar la pobreza deberán integrar el derecho a la no discriminación. La sobrerrepresentación de algunos grupos de la población que viven en condiciones de pobreza es considerable. Un estudio de la CEPAL sobre la juventud afrodescendiente en América Latina da cuenta de las brechas étnicas que existen en cuanto a las privaciones de derechos esenciales como acceso al agua potable, vivienda, y educación. En Brasil, Colombia y Ecuador, en todos los ámbitos analizados, los jóvenes afrodescendientes padecen de mayores privaciones que el resto de los jóvenes. Incluso en los países de la región con baja incidencia de pobreza es posible observar brechas étnicas.

Dentro de este mismo estudio, se muestra que las brechas de género se revelan también dentro las regrupaciones étnicas. Por ejemplo, al observar las tasas de desempleo juvenil observamos no solamente que en todos los casos analizados los jóvenes afrodescendientes sufren de mayores tasas de desempleo, sino que dentro de este grupo son las mujeres jóvenes las más afectadas por el desempleo.

Gráfico 2: Tasa de desempleo de jóvenes de 15 a 29 años de edad según condición étnica y sexo (porcentajes)
Fuente: CELADE-CEPAL (2011) Juventud afrodescendiente en América Latina: realidades diversas y derechos (in)cumplidos
La discriminación es un fenómeno que atraviesa todos los grupos sociales por lo que su defensa no puede ser atribuida a intereses de un solo círculo de la población. Además, el derecho a la no discriminación logra abarcar objetivos más allá de la lucha contra la pobreza, como el derecho al trabajo digno, a la educación, a una buena nutrición, e incluso derecho a la vida.

Los jóvenes, por ejemplo, están particularmente afectados por el desempleo en la región. En todos los países las tasas de desempleo juvenil superan considerablemente las de los demás grupos de edades. En Chile el desempleo entre los jóvenes es de casi el doble. Por otro lado, estudios recientes muestran notables diferencias entre el número de años que estudian los niños no indígenas y los indígenas. Otros grupos de población, en diferentes ámbitos, sufren graves casos de discriminación: por edad, estado de salud, religión, área de residencia, orientación sexual, identidad de género, etcétera. En un gran número de situaciones, no existen todavía cifras oficiales aunque los casos de discriminacón pueden llegar a extremos en donde peligra el derecho a la vida. En 2012, por ejemplo, las Naciones Unidas hicieron un llamado a investigar el aumento de muertes de transexuales víctimas de asesinatos particularmente violentos en América Latina.

Por su fuerza conceptual y su capacidad para identificar las causas estructurales que conducen a la pobreza y otras carencias de poblaciones vulnerables, el eje de cero discriminación que se propuso en  el foro permanente para las cuestiones indígenas es una alternativa interesante para orientar la Agenda Post-2015 y complementar la erradicación de la pobreza extrema.
Revista Humanum

octubre 03, 2013

PRIVILEGIO VS DISCRIMINACIÓN

Foto: A of DooM / www.everystockphoto.com
Hace unos meses los periodistas del programa “¿Qué harías tú?” (What would you do?) de la cadena norteamericana ABC hicieron el siguiente experimento. Tres personas tratan de robarse una bicicleta encadenada a un poste en un parque. Primero, un adolescente blanco. Luego, un adolescente negro. Y, finalmente, una rubia estupenda. ¿Alguien trata de detenerlos?

No es de sorprender la respuesta: depende. El adolescente blanco es interrogado por varios vecinos sobre qué está haciendo, él responde ambiguamente con monosílabos. Los vecinos dudan si detenerlo o no y, al final, no hacen nada. El adolescente negro es igualmente interrogado, contesta con los mismos monosílabos ambiguos y al rato hay una turba deteniéndolo y llamando a la policía. La rubia estupenda recibe ayuda de sus galantes vecinos.



Este experimento es un claro ejemplo de las dinámicas de discriminación modernas hacia donde apuntan los estudios actuales. La primera conclusión es la más obvia: existe discriminación. Segundo, que la discriminación funciona hoy de manera sutil y pasiva, no atacando sino reaccionando de manera diferente. Y tercero, que la otra cara de la discriminación es el privilegio. Es decir, no solamente hay quienes son continuamente mirados en menos, sino que hay quienes van por la vida “siendo mirados en más”. Incluso recibiendo ayuda para robar una bicicleta.

Estamos mucho más acostumbrados a hablar de discriminación (racismo, clasismo, machismo, heterocentrismo, etc), que de su contraparte, el privilegio. Hay quienes incluso asumen que la discriminación se mide contra un “normal”. Es decir, que toda la población de una sociedad es tratada de una manera, y existen algunos “desaventajados” que son discriminados. Pero lo cierto es que si aceptamos que algunos crecen con desventajas, no es posible obviar que otros crecen con ventaja. Sobre todo cuando esa supuesta normalidad es compartida por un ínfimo porcentaje de la población.

Privilegio es la ventaja competitiva que tiene una persona debido a su identidad. O si se quiere, no basado en sus méritos. El privilegio lo confiere la sociedad, basado en nociones de estatus. Existen distintas fuentes de privilegio; clase (alta) y raza (blanco) son sin dudas las más comunes. Pero también es un privilegio nacer “normal”, o sea no perteneciente a uno de los grupos discriminados. De hecho, normalidad y privilegio se suelen confundir (al menos para el privilegiado). Y la noción de discriminación es lo que más ayuda a ocultar el privilegio de este modo, no soy yo el privilegiado sino otros los discriminados.

Cuando se nace con privilegio, incluso si te consideras lo menos discriminador del mundo, hay cosas que no puedes evitar. Por ejemplo, que el policía te deje explicar la situación antes de sacarte el parte, que el portero no te obligue a anunciar tu nombre antes de subir al ascensor, que la gente en TV se vea como tú, el efecto que tiene tu apellido, el trato que te da la persona que atiende en la multitienda y un gran etc. (que incluye al parecer poder robar una bicicleta). Todos los días quien nace privilegiado capitaliza desde su tono de voz hasta lo que aprendió en el jardín infantil. Es difícil –si no imposible- escapar de aquello. Y ese es el mayor privilegio de los privilegiados, gran parte de sus privilegios son irrenunciables.

Estos privilegios son tomados como algo dado para quien creció con ellos. Se transforman al menos en un estándar, aún cuando sólo un pequeño porcentaje de la población pueda contar con ese trato. Lo mismo pasa con cosas más estructurales. Se dice que la Prueba de Selección Universitaria (PSU) en Chile discrimina, pero cuando el 7% de los estudiantes que van a colegio particular pagado obtiene un 60% de los puntajes nacionales, ¿es eso discriminación o privilegio? La respuesta es a mi modo de ver: ambas.

Los privilegios son también mucho más invisibles que la discriminación porque tienden a ser pasivos y no activos. Es decir, no se trata de que los grupos privilegiados tengan leyes especiales que los benefician, ni reglas de convivencia que nos exijan ofrecerles un trato mejor. Hoy el privilegio se centra más bien en la posibilidad de flexibilizar las reglas que nos aplican a todos. Es decir, es la capacidad de salirse con la suya por sobre la ley, la costumbre o lo común.

Una segunda manera de reproducir privilegios en el marco de un sistema democrático es disfrazándolos de mérito. Volviendo al ejemplo de la PSU, se tiene una prueba estándar para sistemas educativos no estándar, declarando como “mínimo” lo que sólo un 7% puede acceder en plenitud. La competencia intrínseca al sistema educativo occidental genera una sensación constante de “todo es fruto de mi esfuerzo”. Y es cierto, hoy en día el privilegio no te permite no esforzarte, pero te permite competir de manera subsidiada.  Tu esfuerzo cuesta menos (se tienen todos los recursos para estudiar tranquilo y mejor) y renta más (mismo esfuerzo obtiene mejores resultados). Pero el esfuerzo sin duda está ahí, lo que ayuda aún más al sentimiento de “dar por hecho” que nuestra vida es promedio, normal, y todo es tal como debe ser.

Por todas estas razones, quienes nacen con privilegio rara vez se ven a sí mismos como privilegiados. Muy comúnmente se les advierte contra el clasismo o racismo como algo de buenos modales, pero rara vez se les presenta como un sistema que continuamente les da ventaja. Pero lo cierto es que podríamos ser súper amorosos unos con otros y aun así viviríamos en un país clasista. Es muy  fácil  tratar bien a todo el mundo e igual seguir profitando de tus ventajas. Basta con defender las estructuras que te dan privilegios, o reproducirlas activamente en la medida que te conviene. Incluso un esclavista puede tratar excelentemente bien a sus esclavos, ¿lo hace eso una persona justa? No.

Renunciar a los privilegios es una cuestión muy difícil. En parte porque para muchos basta con aparecerse para recibir un trato especial. Pero sobre todo porque acabar con los privilegios requiere un cambio en las estructuras que otorgan esos privilegios, y esa es una tarea que supera a cualquier individuo en particular. Sin duda, un primer paso es no defender esas estructuras, ni poner obstáculos a los cambios orientados a desmantelarlas. Pero además podemos hacer lo posible por erosionarlas en la vida cotidiana, o al menos no reproducirlas.

En Chile, el ejemplo más básico es la inclusión del colegio en el curriculum vitae (CV) u hoja de vida. ¿Por qué podría importar el colegio del que saliste cuando tienes un título universitario? ¿Qué dice de un buen ingeniero o un buen psicólogo? Dice que perteneces a una cierta clase, que tus padres tienen cierto poder adquisitivo y que los padres de tus amigos también. Poner el colegio en el CV es una activa movilización del privilegio. Hacerlo sin intención de discriminar no lo hace menos clasista, en la medida que avala que se trate de una manera especial a algunos, tomando en cuenta un dato que nada tiene que ver con el esfuerzo o la capacidad personal.

No es fácil reconocerse a  sí mismo como un privilegiado, significa reconocer que en alguna medida eres un opresor. O al menos la parte beneficiada de un sistema opresor. Negar el privilegio no es sólo una cuestión de comodidad, sino también de protección del ego. Es mucho más cómodo pensar que representas lo normal, lo común. Siguiendo el ejemplo del video, es más cómodo pensar en el racismo como un sistema que discrimina al adolescente negro, que verlo como uno que otorga privilegios al blanco (más cómodo para los blancos, sin duda). Así mismo, es más cómodo entender el clasismo como un sistema que discrimina a los pobres que uno que otorga privilegios a los ricos. Y sin duda no poner el colegio en el CV está lejos de resolver el problema, pero al menos nos hace menos cómplice.
Voces de la Tercera-Chile