mayo 02, 2017

LA VIDA, DOS MESES DESPUÉS DE LA TRAGEDIA


PJ El Nazareno: Pablo 9 años “Mi casa se ha caído,
mis juguetes se perdieron, solo mi perra se salvo"
PJ “El Nazareno”: Juan 8 años “No quedo
nada, todo lo perdimos”

Las imágenes son contundentes, qué es lo que pueden estar pensando dos niños de diferentes pueblos jóvenes del departamento de Lambayeque en una misma circunstancia: ¿Ahora qué haremos sin casa?, ¿dónde viviré?, ¿por qué sucedió esto?, tantas pueden ser las preguntas para ellos y lamentablemente pocas las respuestas y las opciones para salir adelante.

Mientras en la ciudad se escucha a algunos decir “acá ya no llueve”, “ya no pasa nada”; claro somos los que estamos seguros, los que tenemos una vivienda donde cobijarnos la que nos da la confianza  para poder estar tranquilos, pero no pensamos más allá de los que nos pasa, no pensamos en los demás, y considero que estas actitudes son las que no nos permiten mejorar como sociedad. Pueblos jóvenes cercanos a nuestras viviendas en el cercado de Chiclayo, en los distritos de José Leonardo Ortiz y La Victoria, han vivido lo que en muchas décadas jamás pudieron pensar vivir. Dado el número de damnificados, la desolación y desgracia ha sido bastante fuerte, sobre todo en los lugares donde las casas de adobe han sido las más afectadas.

Es por ello que el paso del tiempo es lento, muy lento para los pobladores de los diferentes Distritos del ámbito lambayecano. Más aún de quienes sus viviendas estaban ubicadas en Distritos como Mochumí, Túcume, Íllimo, Pacora, Jayanca o Mórrope. Estos son distritos se vieron afectados por el desborde del Río La Leche, rescato lo que algunos pobladores manifestaron: “menos mal que fue por el día”….aunque ese “menos mal” haya sido el fin de lo que tenían. Cuyes, patos, gallos y gallinas. Animales de granja que criaban para su subsistencia, para el intercambio o para alimentarse las que se vieron arrastrados y finalmente muertos, cientos de ellos regados por el ahora formado lodo y tierra seca. Caminar aún por estas fechas en dichos lugares, es a veces inaccesible – me ha pasado personalmente- sobre todo para las personas más vulnerables.


Los niños jugando son la más viva escena de que su corazón puro y sincero ha perdonado la inclemencia del tiempo, aunque lo hagan al costado de sus ahora casas “carpas”, o de sus pasos de río “desbordes” que han quedado como marcando la huella de su desgracia.

CPM El Angolo I: Niños tomando un baño en una parte donde se
 desbordó el Río La Leche.
A 100 mts de ellos una pozo ciego que servía de letrina antes del desborde
 – Contundente contaminación
 Al verme conversar con sus familias, lo que piden es agua y alimentos preguntan por qué estoy allí y les respondo que quiero ayudarlos. Les pregunto cómo fue el día en que pasó el río y se llevó lo que tenían y su silencio me conmueve, tanto así que creo haber estado equivocado…no debí hacerlo. Inmediatamente cambio la conversación y mis compañeras ayudan en eso, se les nota su cara de felicidad al ofrecerles algo para que beban y algunas golosinas aplacan el mal momento que pasan.
Los rayos solares son inclementes, queman la piel de cada persona que no tenga la sombra de un árbol o el de una casa cercana. Y esto es solo un decir por qué en las carpas, dentro de ellas el calor es insoportable y se hace muy difícil hacer las labores habituales.

Pero para ellos, para los niños y niñas, la esperanza de volver a tener lo poco que tuvieron o lo que antes fueron, no muere. Cada lugar es un espacio de juego, grupal o singular. Ellos se divierten como si nada hubiese pasado. Una flor entregada o una mariposa posada en la mano es símbolo de que todo irá a pasar. 

Una flor renace en medio de la tragedia que pasan miles de familias
en los caseríos lambayecanos. De Oliver Junior Damián Suyon - Niño con habilidades
 especiales (Visual) de 9 años del caserío Santa Isabel - Anexo Santa María en Morrope
“Joven le regalo una mariposa” – Diego 6 años. CPM Santa Isabel en Mórrope
Como si me dijera: “Mi esperanza va a renacer”
En pacora, en el Caserío "El Álamo" - Puente Machuca. Más de 60 carpas en plena panamericana un centenar de familias siguen viviendo de la caridad de los demás….se repite la misma historia. Conversando con las personas me hablan de sus dolencias, de sus males, del poco alimento que tienen. Un niño llama mi atención y me dice: puede tomarme una foto?, pero quiero verla. Me lleva al lugar donde están albergados, me presenta a su mamá, trae a su perro hijo de una perra que tenía y que murió arrastrada por el río al desbordarse. Se sienta en el suelo coloca a su perrito al costado y hace que le tome la foto. Su amplia sonrisa me ha hecho creer que todo es superable. ojalá y sea así.

Ante las adversidades no hay nada más reconfortante que ver sonreír a un niño
 junto a su mascota
Pacora: Caserío "El Álamo" - Puente Machuca
DEMASIADAS DIFICULTADES
Cantidad de zancudos que se pegan en el cuerpo, en la ropa. Me acerco a un cerdo y de su piel blanca sólo se ve una mancha negra, una bandada de estos insectos los está matando de a pocos. La señora Ángela me dice “y así como a este, a varios animales les pasa lo mismo, los dejan casi muertos a algunos hay que botarlos y enterrarlos”.
En diferentes Distritos he sido testigo de cómo asedian las autoridades y hasta la misma población a los damnificados para “que ya se muevan de los lugares”, que les fueron asignados para establecerse un tiempo. A ello se suma el cerrado con candado, de los baños de las municipalidades cercanas a los albergues. Que piensan que no tienen necesidades?.
La reubicación no va a ser pronta, cómo afrontará esto ahora las municipalidades, se está haciendo el gasto efectivo, se está entregando una ayuda necesaria?
Por ahora la ayuda de algunas instituciones y personas aún no es suficiente, queda mucho por recorrer y mucho por resolver.