mayo 13, 2013

DE ARTE Y CULTURA: ¿LAMBAYECANOS UNIDOS?

El anuncio de un concierto musical totalmente gratuito en una plaza pública de Lambayeque, ha desatado la ira y catarsis de algunos ciudadanos, que confunden a la población e incluso con insultos, mezclan esta actividad artístico cultural con el problema del saneamiento por el que atraviesa esa localidad.
Estoy de acuerdo con la protesta ciudadana. No faltaba más. Muy de acuerdo con el reclamo público; sobre todo si éste, con todos los fundamentos del caso, demanda la inmediata intervención de las autoridades municipales y gubernamentales. Así lo he hecho siempre en mis comentarios, crónicas, entrevistas y reportajes.

Chiclayo, Lambayeque y otros pueblos de nuestra región han venido y vienen padeciendo serias dificultades relacionadas con los servicios de saneamiento, provocadas tal vez por la incompetencia administrativa o técnica de quienes rigen la gestión pública. Es natural y plausible la queja oportuna de aquellos que se sienten afectados o desplazados.

Pero, en lo que no estoy de acuerdo, ni lo estaré, es que se involucre en este problema a personas que no tienen nada que ver en el conflicto y que sólo buscan una razón para llevar su destreza, en este caso artística, a uno y otro confín de nuestro país. Es más; en lo que no estoy tampoco de acuerdo es que, con ello, se busque el protagonismo personal en base a la diatriba y la agresión verbal. Más aún, que esto se haga de manera pública, amenazando a quienes no piensan igual que ellos; incluyendo a los seguidores de su misma causa.

Esto último viene ocurriendo en la ciudad de Lambayeque, donde algunos buenos ciudadanos se organizaron en un colectivo llamado “Lambayecanos Unidos” que, cansados de tanta desidia y desinterés por las obras inconclusas de agua potable y desagüe, decidieron responder con acciones, tratando de llamar la atención para que se atienda el clamor citadino.

Han programado y desarrollado manifestaciones y tienen otras por realizar. Y siempre pensando en el interés público y en el beneficio de que su gestión implique para sus familias, se están valiendo de todos los recursos para difundir lo bueno que hacen. Aparte de otros, un reciente amplio informe al respecto, publicamos en Expresión Nº 805, del 7 de marzo último.

En tal sentido, en el Facebook crearon una página bautizada como “Lambayecanos Unidos”, a la que en algún momento me suscribí interesado por seguir el problema y, como periodista, apoyarlos en su justificado reclamo. A veces un simple “Me gusta”, sirve para dar ánimos a quien a través de las redes expresa su satisfacción o malestar por algo y así lo he venido haciendo.

No obstante, a comienzos de esta semana, en esa página comencé a leer una sarta de improperios y hasta amenazas en contra de una artista nacional que anuncia en Lambayeque un concierto en homenaje a la Señora de Chornancap, una importante gobernante de la cultura Lambayeque que permitió conocer el trascendental rol jerárquico de la mujer durante los siglos XI y XII d.C.

Para ese concierto se ha escogido, además una importante fecha: el Día Internacional de los Museos, teniendo en cuenta que en la región contamos con seis de estos centros que guardan los tesoros arqueológicos de esta tierra, a los que miles de turistas nacionales y extranjeros acuden a diario y que, con buen criterio, se abrirán gratuitamente al público los días 18 y 19 del presente.

Al considerarse una de las plazas públicas de Lambayeque como escenario gratuito también para el concierto, algunas personas -no sé si lambayecanos o no-, en esa página del Facebook empezaron a despotricar contra esta actividad, creyendo entender que estar en contra del alcalde de Lambayeque, de su municipio y de las obras de saneamiento, los debe hacer estar en contra de todo lo que signifique cultura y educación.

Y en esa página del Facebook me atreví a opinar. Para qué.
Me llovieron frases, algunas hilarantes, escritas más con el hígado que con la razón. Algunos de ese grupo borraron mis palabras, porque tienen la idea, al parecer generalizada, de que la cultura y la educación no se condicen con el reclamo que están haciendo.

Y, claro, en el Facebook cualquiera puede escribir lo que se le venga en gana pero también se puede borrar lo que a uno no le guste. Es más; partiendo de un colectivo que se hace llamar “Lambayecanos Unidos”, es injusto que alguien se aproveche de eso y los directivos de este grupo sí pueden eliminar a quien se esté valiendo de ello al utilizar palabras impropias a los objetivos para los que fue creada. Así, además, lo consignan en las “reglas básicas para la conducción correcta del grupo”, que aparece en la página, entre las que –se asegura- “la pertenencia al mismo de sus miembros puede ser cancelada por los administradores por los motivos que él considere oportunos, en especial por motivos que considere problemáticos o dañinos para el grupo, como por ejemplo: - Insultos expresos a personas concretas o racistas; - Se borrara todo aquello que vaya en contra de las reglas y se bloqueara del grupo a quien insistentemente siga rompiendo las reglas”.

Me extraña, entonces, que estas reglas no se hayan cumplido y que el colectivo no adopte las medidas de control para ello.

Lo que dije
Esto fue lo que posteé en la página “Lambayecanos Unidos”, del Facebook: “El arte y la cultura nos engrandecen como personas. Lambayeque es una región que siempre llama la atención por sus atractivos turísticos y el don de su gente. Por ello, no es raro que la señora Fabiola de la Cuba haya elegido Lambayeque para iniciar su gira ‘Todo el Perú’ que llevará por todo el país el homenaje musical a la Sacerdotisa de Chornancap, considerada una mujer con la jerarquía más alta en la Cultura Lambayeque. Se ha informado que esta gira es financiada íntegramente por Crediscotia y apoyan otras empresas nacionales y lambayecanas que apuestan por el arte. Es importante –y eso lo sabemos las personas con educación- que para ingresar a una casa hay que pedir permiso y la artista lo ha hecho, recibiendo el respaldo del alcalde, a nombre de todos los lambayecanos. ¿Dónde está el delito? Es algo que pregunto al grupo de Lambayecanos Unidos –o a algunos de sus integrantes- que escribiendo barbaridades creen que vamos a generar la venida de otros artistas o empresas a nuestra región. ¿No creen que generaremos lo contrario? Entendamos de una vez por todas que la Educación es el más valioso de nuestros tesoros y si queremos atacar a las autoridades por su ineptitud, hagámoslo, pero no ahuyentemos a quienes con buena fe quieren hacer algo por Lambayeque. ¿Para eso se creó esta página? ¿Para insultar a quien nos dé la gana? ¿O más bien para propiciar la unión de los lambayecanos para cosas positivas?”.

Lo que me contestaron
Como al parecer cualquiera puede tomar las redes sociales y escribir a su antojo, saltó uno que otro y muy a su manera quiso contestar mi post. El primero, al asegurar previamente que su casa está de luto, me respondió: “si mi padre invita una banda de músicos al entierro de mi madre, yo boto a la banda y a mi padre” (sic).

No sé qué habrá querido decirme, pero literalmente lo citado está en contraste con la realidad. En muchos pueblos lambayecanos la tradición obliga a que no haya entierros sin que una banda de músicos acompañe al difunto; e incluso en algunos la música no es sólo de una triste marcha fúnebre sino la que le gustaba al finado y hasta los deudos hacen bailar al ataúd al son de una salerosa marinera para que el finado descanse en paz, según sus deseos y no los de sus hijos. En fin.

Felizmente ese señor ha dejado mi comentario, “en aras de la democracia”, como dice. “Pero usted y su calaña tiene que leer nuestra respuesta…”, me advierte. Felizmente, le afirmo, mi calaña es buena, sino, no fuera lo que soy, un profesional reconocido y premiado a nivel nacional y a mucha honra.

Debo informar que en la página del Facebook el indicado señor figura como entendido en diseño de páginas web. Sin embargo, en esta su página –que debería hacer pública si dice querer a Lambayeque- no existe ni una fotografía de Lambayeque destrozado ni mucho menos un comentario como el que ahí vierte y de repente se aprovecha también de un colectivo para opinar aún en contra de lo que piensan los directivos del mismo.

En otro post, el mismo señor afirma que “Lambayeque está pasando por su peor momento en toda su historia, mucha gente pobre viene sufriendo más de 10 años por la pésima gestión del Sr. Choriramos y las pruebas están a la vista…” (sic).

El mismo retrógrado pensamiento tiene otro individuo, quien, viviendo en Lima, escribe: “…esta página se creó para que los lambayecanos sobrevivan. Estamos en una crisis espantosa y usted quiere fomentar la cultura? Nuestra gente se está enfermando, hay cosas más urgentes que cantarle a una sacerdotisa de la cultura lambayeque…” (sic).

Les respondo: ¿Hay que salir de la pobreza para tener acceso a la educación, a la cultura en todos sus niveles? ¿Por esta razón, la gente pobre no debe participar en eventos culturales y otros que propendan a elevar su nivel educativo y de razonamiento? ¿A costa de sus ideas, ustedes pretenden mantener a la gente pobre sumida en la desesperación cotidiana que Uds. sindican? Por último, ¿por qué ningunear a una de las mujeres más importantes de la historia prehispánica como es la sacerdotisa de Chornancap?

En abril del 2011, los restos de la sacerdotisa de Chornancap fueron hallados en una peculiar tumba que además poseía 62 piezas de oro y plata que acompañaban su ajuar funerario. Su descubrimiento marcó un hito importante para poder descubrir el rol jerárquico que desempeñó la mujer en la sociedad preinca. La Sacerdotisa de Chornancap es comparada con la Dama de Cao de la cultura Mochica durante del siglo IV; y el poderío femenino en la costa norte revelaría un episodio aun por investigar a fondo en la historia de la arqueología peruana. Es más, el doctor Haagen Klaus (bio arqueólogo) y el doctor Daniel Fairbanks (antropólogo forense de la Universidad del Valle de Utah-USA), tardaron más de un año en realizar minuciosos estudios, para formar la imagen recuperada del rostro de la sacerdotisa. ¿Es minucia esto?

En ese plan, nadie va a querer realizar evento cultural o artístico de ninguna naturaleza en Lambayeque. Con esa idea, ningún turista debería visitar los museos lambayecanos, especialmente los de esa tan cálida ciudad evocadora.

Pero no sólo se ningunea a la sacerdotisa o a la cantante nacional que anuncia su participación, sino que algún advenedizo, aprovechándose de la página de “Lambayecanos Unidos”, también ningunea a los periodistas. Otro señor (que después supe que no se llama así y además me informaron quién es o por quién se hace pasar), dijo del periodismo lo siguiente: “…y en cuanto al periodismo en la region es practicado en su mayoria, por ‘personas que habiendo fracasado en todos los oficios, desidieron hacerse periodistas” (sic).

En este artículo no voy a brindar detalles de los reconocimientos que este cronista ha recibido en la región y a nivel nacional durante sus 43 años de vida periodística. Es decir, toda una vida dedicada al ejercicio de tan noble profesión.

Lo que pienso
La cultura y sus protagonistas, en cualquiera de sus manifestaciones, ha atravesado por momentos ingratos, ha sido vilipendiada como tal y quienes la han defendido felizmente han sabido sobresalir. Allí permanecen, incólumes, obras literarias, musicales, pictóricas, cinematográficas, a pesar de los desastres naturales o los provocados por el hombre.

Hay quienes, a través de su arte, han podido expresar su sentir y, para bien de la humanidad, sacado provecho del caos reinante. Una muestra es nuestro Premio Nobel, Mario Vargas Llosa. Crea una brillante obra literaria de una época de represión política y corrupción que afecta a todos los estratos sociales de nuestro país, como fue la dictadura del general Odría. Al punto que Santiago Zavala, uno de los protagonistas, abre la novela preguntándose: ¿en qué momento se jodió el Perú? Y a partir de allí se desarrolla lo que prácticamente se convierte en una pesadilla para los peruanos.

El talentoso pintor chiclayano Juan Carlos Ñañake Torres, recientemente, con arte, pincela el desastre de nuestra ciudad, sus huecos, calles destruidas; olores nauseabundos; en fin. Y lo hace tan llamativamente que el impacto visual que plasma, motiva el interés de quienes aprecian su obra y de quiénes también luchan por un Chiclayo mejor. A eso se le llama arte, señores.

Es el arte que en su momento desarrolló Goya, que en una serie de estampas de Los desastres de la guerra se ha convertido en casi un reportaje moderno de las atrocidades cometidas y componen una visión exenta de heroísmo donde las víctimas son siempre los individuos de cualquier clase y condición. Y, a su lado, Picasso, ese inmortal genio que impregnó en su pintura el brutal bombardeo de la localidad de Guernica por parte una legión alemana, que simboliza todo el horror de la guerra y la tragedia de la muerte de muchas víctimas inocentes.

Se me viene a la memoria esa excelente película de James Cameron sobre la tragedia del “Titanic”, que protagonizan Leonardo DiCaprio y Kate Winslet. El barco gigantesco se va hundiendo y, sin embargo, en medio del desastre y la epopeya romántica, en la cubierta una orquesta de músicos continúa tocando hasta el final. No es cuento. Quienes vivieron el desastre así lo cuentan.

Me dirán que sólo es ficción. Pero hay otra película, “El Pianista”, dirigida por ese otro gran cineasta como es Román Polanski y protagonizada por Adrian Brody. Es una adaptación de las memorias del músico polaco de origen judío Władysław Szpilman, que trabaja en la radio de Varsovia y que ve cómo todo su mundo se derrumba con la llegada de la Segunda Guerra Mundial y la invasión de Alemania el 1 de septiembre de 1939 y soviética el 17 de septiembre del mismo año.

Szpilman presencia los horrores nazis. En una de esas, un oficial alemán, el capitán Wilm Hosenfeld, lo observa y se da cuenta de que Szpilman es judío. Al enterarse de que había sido pianista, Hosenfeld le lleva hasta un piano y le pide que toque algo. Un decrépito Szpilman ejecuta una desesperada pieza de Chopin (la primera balada Op. 23 en sol menor) ante un Hosenfeld que se compadece de él y, a la vez muestra su admiración tras la interpretación, de manera que no solo no le delata, sino que le esconde en el ático del edificio y comienza a llevarle comida con regularidad.

En la escena final de la película, Szpilman interpreta triunfalmente una pieza de Chopin (la Polonesa Brillante en Mib Mayor op. 22) frente a una gran audiencia en Varsovia. Bellas imágenes ante el contraste de la destrucción total de la ciudad que habita.

Sin embargo, los aberrantes pronunciamientos que aparecen en la página del colectivo no saben de esto y siguen no sólo en contra de una gestión sino de todo aquel que pretenda opinar de distinta forma. Además, al revisar las páginas del Facebook de algunos otros comentaristas, en ellas no encuentro alusión alguna al problema por el que atraviesa Lambayeque. Solo hallo fotos personales o de grupo, algunos, claro, en cómodas instalaciones.

Yo pedí moderación en las opiniones. Nada más. Algunos borraron mi pedido. Otros hicieron más: borraron los comentarios que algunos hicieron sobre mi pedido. Alguien se atrevió a pedir que le muestre mi trabajo periodístico, “esgrimiendo argumentos en contra de la corrupción en la región” y que si así lo hacía borraba todo lo dicho. A ese alguien sólo le informo (no voy a responderle en el Facebook porque ya abandoné ese grupo), que no solo he esgrimido argumentos, sino que he realizado investigación que se han hecho públicos, en torno a la corrupción y pertenezco a la Primera Escuela Nacional Anticorrupción de PROÉTICA, Capítulo Peruano de Transparency International.

Alguien también me pidió borrar mi primer comentario “si algo de cordura me queda…”, me dijo.
¿Estaré loco? Allí nomás lo dejo.
Larcery Díaz
Semanario Expresión

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