Recientemente, vía IDL-Reporteros, se informó que Estados Unidos había ofrecido una recompensa de hasta 5 millones de dólares por la captura de dos personajes: Florindo Eleuterio Flores Hala (alias “Artemio”) y Víctor Quispe Palomino (alias “José”). La recompensa ha constituido una noticia interesante que pone de relieve nuevamente la pregunta ¿es Sendero Luminoso o el narcotráfico el que se mantiene vigente en el VRAE y el Huallaga?
La recompensa ofrecida por el gobierno estadounidense se encuentra enmarcada en el “programa de recompensas anti-narcóticos”, programa que tiene alcance mundial y que fue establecido por el Congreso de los Estados Unidos en el año 1986. ¿Cuál es el objetivo de este programa? Ayudar a poner a disposición de la justicia, a importantes traficantes de drogas. Cabe mencionar, además, que “José” y “Artemio” han sido descritos por la Embajada de Estados Unidos como “dos traficantes de drogas peruanos que están siendo buscados.”
Estos datos refuerzan lo que en Otra Mirada hemos enunciado varias veces. El enemigo en el VRAE es el narcotráfico que para desarrollarse utiliza los remanentes senderistas que actúan como sicarios. No se trata pues de senderismo, ni de un rebrote subversivo. Se trata de narcoterrorismo y para que este problema sea resuelto, es necesario que sea colocado en su real dimensión. No se podrá vencer el problema mientras no se entienda contra quién se combate. Es hora de dejar de fabricar un enemigo político interno y de vincular a este enemigo inexistente con las ONG defensoras de los derechos humanos y con la Comisión de la Verdad.
Para enfrentar lo que ocurre en el VRAE es necesario también dejar la mentalidad de guerra sucia que se empleó durante la época del conflicto armado interno en el país. No es posible que se declaren como “zona de combate” espacios como el VRAE en que hay civiles que no pertenecen a las redes del narcotráfico y que no estuvieron vinculadas a los grupos subversivos nunca. Una vez más, la “estrategia” para enfrentar el problema no funciona.
Nos debería dar vergüenza que un gobierno extranjero ponga el problema en su real dimensión. Ahora, el gobierno peruano debería utilizar estos datos como un indicio válido para admitir que es necesario replantear la estrategia en el VRAE y el Huallaga y dirigirla al verdadero enemigo: narcotráfico y sus sicarios senderistas o ex senderistas. Sin embargo, también es preciso plantear una estrategia peruana para combatir este flagelo que, lamentablemente, no se limita al VRAE, sino a todo el país. Para ello, es necesario primero que el gobierno de turno deje de utilizar como psicosocial un supuesto rebrote del terrorismo en el VRAE cada vez que le conviene. De lo contrario, el real problema se agudizará y nos será más difícil salir airosos de él.
Otra Mirada
julio 19, 2010
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